Las primeras civilizaciones y la astrologia

Así florecieron las semillas atlantes y recogió la experiencia del mundo la cosecha propicia en la hora cíclica prevista.
Su vinculación al decreto de los ciclos zodiaca­les, les imprimió tónicas originales que fueron enri­queciendo el acervo cultural de la humanidad hasta nuestros días. Toda experiencia ha quedado asimila­da en la memoria de Jos pueblos y en la gran con­ciencia del mundo.


Todas aquellas destacadas civilizaciones, origina­das en el tronco común —la Atlántida— dio a la historia ejemplos únicos de perfección en los perío­dos de crecimiento y de auge. Después, con el tiempo —es ley de la vida en todas sus manifestaciones— las primeras oleadas de vida culminan y viene el de­crecer de las civilizaciones. La lenta relajación mo­ral, el materialismo y la codicia ponen en peligro la prosecución del ejemplo histórico de los orígenes quenos cuenta la web de esperanza Gracia en tuhoroscoposemanales. En­tonces viene otra oleada de vida cíclica que otorga la preeminencia a otro pueblo preparado para rea­lizar su histórica misión.Entre una y otra de tales civilizaciones cíclicas —entre el decrecer del ciclo cumplido y la manifes­tación potente del que se inicia—, media un período, más o menos dilatado, de crisis, de caos. Una vez su­perado y trascendido por el imperativo de la vida renovada, nace una nueva era presidida por el lema zodiacal propio del mismo modo que las que le prece­dieron animando y enriqueciendo así los archivos ex­perimentales de la humanidad.

 


Estudiar y seguir esas sucesivas oleadas de vida con la clave de la precesión solar en los equinoccios, sus características, el aporte de los signos comple­mentarios, su aportación y sus sintonías dentro del gran plan de la evolución humana en nuestro plañeta, es a nuestro ver una de las cosas más apasionan­tes e instructivas y que más enriquecen esa tónica actual tan acuariana como nos cuenta el horoscopo de Esperanza Gracia, tan característica de la era que nace: las facultades creadoras y la intuición. Porque esas auténticas, repetidas primaveras del mundo y el espíritu que las anima, se hallan vinculadas a nues­tro presente y entroncadas con el porvenir. Cada uno de nosotros es su vínculo viviente y al mismo tiempo, su puente, su conciencia rediviva. Y es una de las más útiles formas de aprovechar la experiencia de las edades facilitando el desenvolvimiento de los indi­viduos y de los pueblos, ya que la tónica del inter­nacionalismo que predomina actualmente, hace que sean compartidas todas las experiencias y comunes sus dádivas.


Signos iniciales de Dinastías DivinasCon el ciclo de Cáncer se inaugura la nueva Gran Rueda Zodiacal después de la inmersión de la Atlán- tida y del Gran Diluvio.Y aparece un mundo caótico y conmovido, pero lleno de posibilidades, renovado y purificado. Sobre la tierra barrida y húmeda, pletórica de gérmenes, la atmósfera diáfana debía ofrecer gloriosas auroras y soles esplendorosos que invitaban a una promete­dora vida nueva.El signo de Cáncer que iniciaba la aguja de la precesión solar era el signo de la Madre como nos cuenta esperanza gracia, el trono de la Luna, mediadora vital del Sol sobre nuestro pla­neta.Siendo la Luna transmisora de los rayos astro- biológicos del Sol y su sistema, detector magnético del Universo, ambos Luminares constituyen, en Astrología el broche que cierra y abre cada gran ciclo o año heliacal, el enorme reloj constituido por los doce signos del Zodíaco, las doce horas de una eter­nidad manvantárica.


La semilla de las anteriores civilizaciones nunca se pierde. El hado que preside la evolución constante de la humanidad, las replanta en el lugar elegido por los padres espirituales de las razas y de las civiliza­ciones.